¿Terapia Zen o Psicoterapia?
¿Terapia Zen o Psicoterapia?
¿Qué es mejor la Terapia Zen basada en el budismo (Oriental) o la Psicoterapia (Occidental)?
¿Qué es mejor la Terapia Zen basada en el budismo o la Psicoterapia? Esta es una pregunta que muchas veces nos formulamos. La respuesta no es ni simple ni es cerrada. A lo mejor, en vez de responder a esa pregunta lo que tendríamos que hacer es reformular: ¿Qué es lo que me pasa y qué es lo que necesito? Para poder responder cuál de las dos terapias es la más útil para mi y para superar mis problemas.
En el siguiente post intentaré explicar qué es el Budismo y la Terapia Zen, y cuáles son las principales diferencias o semejanzas a la Psicoterapia occidental con la que nosotros estamos familiarizados.
¿Qué es el Budismo?
A partir de los años 60 empezaron a aparecer muchas terapias basadas en el Budismo, una de ellas era la Terapia Zen. El Budismo es una religión que en Japón se conoce como ZEN. El Budismo propone un camino a la liberación espiritual. Dicha liberación tiene su origen en la “experiencia de la iluminación”. Es decir, la liberación de la persona y de todos sus problemas y ataduras.
Un Buda, por lo tanto, es una persona que percibe el mundo “tal y como es”. Una persona que funciona desde una mente totalmente transparente y despejada de toda distorsión neurótica o condicionada. Es decir, alguien que ha superado todos los condicionamientos y llegado a un estado total de libertad mental.
¿Qué es la Terapia Zen?
Dentro del Budismo, existe la Terapia Zen. El Zen aplica el mismo espíritu y método que el Budismo, pero lo hace en el contexto de la vida cotidiana actual. Se trata de lo que ellos llaman la “auténtica experiencia”. Para los maestros Zen, la autentica experiencia es la capacidad de observar la realidad “tal y como es”, sin emitir ningún juicio de valor. Entonces la persona consigue que todas las preocupaciones se desvanezcan. El Zen como terapia, requiere abrir nuestra mente y corazón de manera que nos liberemos de nuestros sentimientos y pensamientos condicionados.
Según distintos autores conductistas como Jhon Broadus Watson (1930), sugerían que las personas nacemos sólo con determinados instintos (miedo, ira y respuesta sexual). A partir de estos instintos innatos surgían otras versiones condicionadas que daban lugar a las distintas emociones. Autores como Watson y su experimento con el pequeño Albert y la rata blanca, o autores como Pavlov y su famoso experimento con perros; descubrieron las bases del aprendizaje emocional. Es decir, sugirieron que los humanos contamos con un tipo de aprendizaje ligado a las reacciones emocionales. Así pues, se intuyó que la vida emocional de un adulto venía influida por una serie de respuestas o emociones condicionadas incorporadas a lo largo de la vida de la persona. Por ejemplo: si cada vez que he tenido una pareja me ha sido infiel, lo más probable es que me cueste mucho confiar en una pareja.
Por lo tanto, la Terapia Zen persigue el descondicionamiento, es decir, desprendernos de los puntos de vista fijos, las experiencias pasadas negativas, y todos aquellos hechos y vivencias perjudiciales para nuestro “yo” actual. Al romper esta coraza y estos condicionamientos, podemos volver a experimentar el mundo en toda su esencia, es decir, volverlo a ver “tal y como es”. La auténtica satisfacción depende, entonces, de que podamos romper las cadenas de nuestro condicionamiento.
¿Cómo funciona la Terapia Zen?
La Terapia Zen intenta pues, romper estos condicionamientos de cuatro maneras Brazier (1997):
- Por un lado, la Terapia Zen pretende que las personan se distancien de las cosas o situaciones problemáticas y perjudiciales, y que se acerquen a cosas más saludables. Por lo tanto, la mente acabará creando nuevas asociaciones “buenas”.
- Por otro lado, la Terapia Zen también intenta que las personas adopten nuevos patrones de conducta que les permitan vivir en una dirección mucho más positiva.
- Pero aunque se hayan conseguido los dos puntos anteriores, es muy probable que las personas se vuelvan a encontrar con situaciones y circunstancias adversas. En esos casos es importante aprender a detectarlas y transformarlas; de adversas a beneficiosas.
- Y por último, la Terapia Zen pretende que la persona aprenda a utilizar la “meditación vigilante” o lo que ellos llaman “el guardián de la mente”. Con ello, las personas pueden ser conscientes de todo lo que pasa a su alrededor y por consiguiente pueden reducir la posibilidad de creación de nuevas asociaciones negativas.
- A todos estos pasos, me gustaría añadir un último punto muy relacionado con la obtención de los anteriores. Me refiero a la necesidad de enseñar a la persona a concentrarse en su respiración como método para calmarse y estar completamente atento a su entorno. Cuando se trabaja con la respiración es mucho más fácil poder observar los propios estados emocionales, de manera que la detección de posibles problemas es mucho más rápida y efectiva.
¿Qué sucede en Occidente?
Por otro lado, en Occidente hace unos 10 años aproximadamente ha emergido un nuevo grupo de terapias psicológicas, las llamadas “Terapias de Nueva Generación”. Éstas, han estado altamente relacionadas con determinadas prácticas orientales como por ejemplo el Budismo (Mañas, 2006). Dentro de este grupo de psicoterapias, se encuentran la “Terapia de Aceptación y Compromiso” y la “Terapia de Conducta Dialéctica”. Ambas han estado explícitamente relacionadas con los principios o la filosofía del Budismo Zen antes explicada. Estas terapias han incorporado técnicas o estrategias provenientes del Budismo y adaptadas a la práctica clínica, en especial la “meditación” o “Mindfulness” (Marchand, 2012). Dentro de estas prácticas se incluyen distintas variantes como: meditación Zen, minfulness basado en la reducción del estrés (Minfulness-based stress reduction – MBSR) y mindfulness basado en la terapia cognitiva (Minfulness-based cognitive therapy (MBCT). Estas tres aproximaciones provienen de las prácticas budistas tradicionales y han demostrado ser muy efectivas como técnicas adyacentes para reducir el estrés, la depresión, la sensación de dolor y la ansiedad (Marchand, 2012).
¿Budismo o Psicoterapia?
Según Brazier (1997), no es lo mismo la Terapia Zen (oriental) que la Psicoterapia (occidental). La principal diferencia son sus preocupaciones. En el Budismo la preocupación principal es la liberación de la persona (el despertar), en cambio en la Psicoterapia es el ajuste psicológico. No obstante, en ambos casos existe un factor común: a todos los seres humanos nos influye una “mente condicionada”. Es decir, un gran apego hacia nuestros problemas. Además, ambos comparten que la capacidad de ayudar a los demás aumenta nuestro propio progreso de cambio hacia la madurez psicológica. Por lo tanto, tanto el Budismo como la Psicoterapia trabajan para superar el mismo sufrimiento humano y mejorar la calidad de vida de las personas (Brazier, 1997).
Como conclusión podemos decir que ambos tipos de terapia comparten un mismo fin: el bienestar de la persona y la mejora de su calidad de vida. Además el Budismo, a pesar de no ser una psicoterapia como la que nosotros conocemos, contiene herramientas muy útiles y que podemos (y de hecho ya se está haciendo) incorporar en nuestra práctica occidental. Por ejemplo, la meditación Zen ha demostrado ser eficaz para proteger del declive cognitivo producido por la edad; y ha demostrado reducir el estrés y la presión sanguínea en pacientes clínicos (Chiesa, 2009).
Autor: Dr. Jaume Guilera
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Referencias bibliográficas:
Brazier (1997). Terapia Zen. Bilbao: Desclée de Brouwser, S.A.
Chiesa, A. (2009). Zen meditation: an integration of current evidence. Journal of Alternative and Complementary Medicine (New York, N.Y.), 15(5), 585–592. http://doi.org/10.1089/acm.2008.0416
Mañas, I. (2006). Meditación y pensamiento: Disolución y supervivencia del “Yo”. Comunicación presentada en el 8th Internacional Congress on Behavior Studies. Santiago de Compostela, España.
Marchand, W. R. (2012). Mindfulness-based stress reduction, mindfulness-based cognitive therapy, and Zen meditation for depression, anxiety, pain, and psychological distress. Journal of Psychiatric Practice, 18(4), 233–252. http://doi.org/10.1097/01.pra.0000416014.53215.86
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