Autoestima y Felicidad
La idea que la felicidad o la realización personal de una persona dependen de su autoestima no es tan clara o directa como puede parecer.
La relación entre autoestima y felicidad tiene sus fundamentos teóricos en las ideas desarrolladas por Carl Rogers. Carl Rogers defendía que el terapeuta debe de crear un vínculo sano con el paciente. La característica principal del vinculo es que el paciente sienta que nunca se le juzga y que se evalúan sus conductas desde una postura incondicional de apoyo. Para Rogers, la empatía es una de las claves de una buena terapia.
La empatía se define como la capacidad de entender los sentimientos y pensamientos del otro. De tal manera, que el otro se percibe como un ser diferente a nosotros. esta capacidad es vital para desarrollar una vida social sana.
Rogers observa que el niño percibe la realidad y la construye desde su experiencia. Y es a partir de sus experimentos con la realidad, que el niño intenta crecer y aprender los limites de la realidad. Pero también explora sus propios límites. Para el niño, todo se acaba integrando en una sola realidad, que intenta explicar el funcionamiento del mundo. Para el niño pequeño, todo es nuevo, y todo le provoca asombro.
Poco a poco, el niño intenta desarrollar una conciencia de si mismo. Pero al mismo tiempo, al desarrollar su propia conciencia paga el precio de comprender que sus padres son seres finitos y diferentes a él. Entonces es cuando aparecen los primeros miedos relacionados con la interacción de los padres. El primer miedo básico es la desaparición de los cuidadores. Pero mas adelante, aparece un miedo mas sutil, que es la posible no aprobación por parte de los padres. Es un miedo poderoso, porque implica en la mente infantil, el posible abandono por parte de los progenitores. En la mente infantil aparece la idea de que si soy malo mis padres me abandonaran. Y una de las maneras de compensar ese miedo es buscar la aceptación de los padres.
La interacción positiva con los padres es la base de la propia aceptación. Pero que pasa cuando las figuras paternas están ausentes o directamente critican la conducta infantil más que la apoyan. La experiencia del yo se vuelve ansiosa y depresiva. Muchos estudios demuestran un sesgo inconsciente de los padres hacia la crítica negativa más que hacia los comentarios positivos. También se ha relacionado la interacción madre-hijo negativa como un posible factor desencadenante de los trastornos de conducta en la adolescencia.
Todos estos estudios señalan la necesidad de la consideración y los comentarios positivos por parte de los padres hacia los niños. A partir de esa premisa en la educación infantil, Rogers infiere que uno de los factores terapéuticos más importantes es la aceptación incondicional por parte del terapeuta.
Esta postura más tarde se impuso en áreas como la pedagogía o el estilo educativo de los padres. Muchas veces, no poner límites a la conducta de los hijos, o no dejar claro lo que está bien o mal, puede no tener los efectos deseados. Una educación basada solo en la autoestima y no acompañada de valores pro sociales puede llevar a poner el foco solo en uno mismo. El triunfo social y personal por encima del bien común. Una buena autoestima tiene que ser la consecuencia de las propias acciones y no un fin en si misma.
En la sociedad moderna, todo cambia muy rápido. Para estar al día, debes de ser autodidacta y estar aprendiendo continuamente. Si lo consigues, sueles recibir un refuerzo tanto personal como social. Pero, a veces, la mejor manera de aprender es cuando te señalan el error, hay una crítica constructiva, y puedes volver a intentarlo. Si la educación pone solo el foco en la autoestima y no en la capacidad de tolerar la frustración, los estudiantes no aprenden a superarse. Es en esa búsqueda de la excelencia, donde el individuo aprender a compararse con el mismo y no con los demás.
Aumentar tu autoestima, te tiene que llevar a ser más curioso, a querer aprender más, a ser más pro-social y a hacer las cosas mejor. Como explicaba Erich Fromm, siempre existe una tensión entre ser y tener. Tener más autoestima no te asegura ser mejor persona. Eso lo decide cada persona, en cada momento.
A pesar de todo, la ciencia sigue investigando sobre la autoestima.
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Bibliografía:
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