RESILIENCIA Y OPTIMISMO: FACTORES QUE PROTEGEN DE LA ANSIEDAD
La resiliencia y el optimismo son capacidades que nos permiten adaptarnos y soportar mejor el estrés y la ansiedad. Existen factores psicológicos que nos pueden ayudar a ser más resilientes. La capacidad de tolerar el stress está en relación directa con la resiliencia de cada persona. Por ejemplo, cuando nos ingresan en un hospital por larga enfermedad, tener una buena resiliencia nos ayuda a soportar la ansiedad que nos genera un ingreso largo y la propia enfermedad. En el estudio de Meyers, una alta resiliencia es un factor protector contra la ansiedad, y funciona tanto en el paciente como en el cuidador (Meyers et al., 2020).
Las capacidades cognitivas, las habilidades sociales, los mecanismos de autocontrol, el medio ambiente, un carácter extrovertido y muchos otros factores juegan un papel en la capacidad para construir una buena resiliencia.
Las bases cerebrales del optimismo se han estudiado con neuroimagen. Por ejemplo, la densidad de la substancia gris en el núcleo putamen se ha relacionado con la predisposición a ser optimista en la adolescencia (Lai et al., 2019). El núcleo putamen juega un papel en el aprendizaje por refuerzo o través del condicionamiento operante.
Las características personales psicológicas determinan nuestra capacidad de resiliencia, y entre ellas, es muy importante el optimismo. Según la real academia de la lengua (REA) el optimismo es la propensión para ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable.
¿Cómo nos ayuda el optimismo?
El optimismo disminuye el nivel de excitación cortical y alerta (arousal) cuando sufrimos estrés.
El optimismo aumenta la capacidad de recuperarse de un trauma. El miedo al dolor y vivir el dolor como una catástrofe son factores de riesgo en pediatría para mediar con el dolor crónico. Aunque la resiliencia ha sido ignorada en el dolor pediátrico, existen investigaciones científicas que proponen que el optimismo puede ayudar con el manejo del dolor. Y más importante, que el optimismo es una habilidad psicológica que se puede entrenar. En un estudio con 58 niños y adolescentes (8–17 años) que asistían a una clínica de dolor crónico se evaluó con test específicos los siguientes parámetros: el miedo al dolor, el optimismo, la discapacidad y la calidad de vida. Las conclusiones del estudio fueron que el optimismo era el único predictor de la calidad de vida en los niños con dolor crónico, y que el optimismo contribuía a un mejor funcionamiento al minimizar el miedo relacionado con el dolor. El optimismo puede ser un factor protector psicológico frente al dolor y compensar la influencia negativa del miedo al dolor (Cousins et al., 2015).
El optimismo nos ayuda a soportar mejor enfermedades crónicas como la epilepsia(Pais-Ribeiro et al., 2007). Los resultados del estudio de País-Ribeiro con una muestra de 200 pacientes epilépticos demostraron que ser optimista está relacionada con una mejor percepción del estado de salud física y mental y una mejor percepción de la calidad de vida.
El optimismo aumenta la salud.
El optimismo aumenta la capacidad de buscar estrategias de superación de manera proactiva. En trabajos de alto riesgo, que generan mucho estrés, el optimismo y las estrategias de gestión de la ansiedad son determinantes para no desarrollar un trastorno por estrés postraumático (Kucmin et al., 2018).
El optimismo aumenta la capacidad de socializar y de crear redes sociales de soporte (Díaz et al., 2020).
El optimismo disminuye el uso de los mecanismos evitativos delante de los retos.
Autor: Dr. Jaume Guilera
Bibliografía
Cousins, L. A., Cohen, L. L., & Venable, C. (2015). Risk and Resilience in Pediatric Chronic Pain: Exploring the Protective Role of Optimism. Journal of Pediatric Psychology, 40(9), 934-942. https://doi.org/10.1093/jpepsy/jsu094
Díaz, A., Ponsoda, J. M., & Beleña, A. (2020). Optimism as a key to improving mental health in family caregivers of people living with Alzheimer’s disease. Aging & Mental Health, 1-9. https://doi.org/10.1080/13607863.2020.1715342
Kucmin, T., Kucmin, A., Turska, D., Turski, A., & Nogalski, A. (2018). Coping styles and dispositional optimism as predictors of post-traumatic stress disorder (PTSD) symptoms intensity in paramedics. Psychiatria Polska, 52(3), 557-571. https://doi.org/10.12740/PP/68514
Lai, H., Wang, S., Zhao, Y., Qiu, C., & Gong, Q. (2019). Neurostructural correlates of optimism: Gray matter density in the putamen predicts dispositional optimism in late adolescence. Human Brain Mapping. https://doi.org/10.1002/hbm.24888
Meyers, E. E., Presciutti, A., Shaffer, K. M., Gates, M., Lin, A., Rosand, J., & Vranceanu, A.-M. (2020). The Impact of Resilience Factors and Anxiety During Hospital Admission on Longitudinal Anxiety Among Dyads of Neurocritical Care Patients Without Major Cognitive Impairment and Their Family Caregivers. Neurocritical Care. https://doi.org/10.1007/s12028-020-00913-7
Pais-Ribeiro, J., da Silva, A. M., Meneses, R. F., & Falco, C. (2007). Relationship between optimism, disease variables, and health perception and quality of life in individuals with epilepsy. Epilepsy & Behavior: E&B, 11(1), 33-38. https://doi.org/10.1016/j.yebeh.2007.04.010