ansiedad subclínica

Ansiedad subclínica

La ansiedad y la ansiedad subclínica son dos de los trastornos psiquiátricos más comunes en la infancia y la adolescencia. Pero también lo es en la edad adulta. Hasta el 33% de las personas adultas cumplirán criterios clínicos para el diagnóstico de trastorno ansioso a lo largo de su vida (Bandelow & Michaelis, 2015).

Definir los límites entre la ansiedad patológica y la ansiedad subclínica suele ser una decisión complicada en la praxis clínica. Cuando la ansiedad es muy elevada o incapacitante, el diagnóstico es claro, al igual que en otras enfermedades mentales, como por ejemplo una demencia. Pero las formas leves o subclínicas suelen ser difíciles de diagnosticar. Muchas veces síntomas leves de ansiedad no acaban en un diagnóstico de trastorno de ansiedad, pero, sin embargo, pueden causar dificultades importantes a lo largo del día. También es importante subrayar que cuando hablamos de enfermedad mental infantil no solo debemos tener en cuenta la severidad de la ansiedad sino el tipo de ansiedad y la fase del desarrollo del niño. Hay ciertos tipos de miedos o ansiedades que son típicas en un estadio del desarrollo, pero en cambio en el siguiente pueden ser interpretadas como disfuncionales.

La ansiedad puede volverse sintomática en cualquier etapa del desarrollo del niño. Se considera que cuando el niño no puede desarrollar una conducta adaptativa ante una situación estresante, esta incapacidad puede originarse en una mala gestión de la ansiedad y que esta se ha vuelto un problema clínico. una manera correcta o practica de determinar cuál es el límite en que la ansiedad se vuelve patológica, es observar si el niño construye una conducta reactiva positiva tras el episodio ansioso.

Es decir, si tiene la habilidad de recuperarse de la ansiedad tras el episodio traumático, y si puede seguir los días posteriores sin sufrir ataques de ansiedad, a pesar de que la situación estresante ha desaparecido. Por ejemplo, cuando un adolescente se queda durante un rato solo en casa, es normal que lo pueda vivir con cierto estrés. Pero una vez que los padres vuelven a casa, si el adolescente no puede recuperarse de la separación momentánea y sigue con la ansiedad muy elevada, esta experiencia de ansiedad de separación se puede empezar a considerar patológica. Además, si a partir de aquel día, el niño evita quedarse solo en casa o empieza a tener pensamientos rumiativos sobre quedarse solo, todo lo anterior implicaría que la ansiedad ha pasado de subclínica a clínica.

También otro marcador de ansiedad clínica es la flexibilidad o capacidad de adaptación afectiva a las situaciones estresantes. Hay que matizar este punto, el grado de estrés o disfunción que provocan ciertas situaciones varían en función de la edad del niño, de la cultura y de la estructura familiar.

En conclusión, para reconocer si la ansiedad se ha vuelto clínicamente relevante se debe tener en cuenta por un lado la disfunción que esta provoca, el grado de distrés o sobrexcitación y la incapacidad de adaptarse emocionalmente del niño

La ansiedad puede tener un papel de protección delante de los peligros porque evitamos realizar acciones que nos podrían causar daño. Es importante aclarar que la ansiedad en sí misma no tiene por qué ser siempre negativa. Es decir, la ansiedad es un mecanismo evolutivo de supervivencia que permite a los organismos estar alerta ante los peligros del medio donde viven. El problema principal sería que en nuestra sociedad occidental generalmente no vivimos en un entorno de peligros constantes (animales salvajes, por ejemplo) como sí tuvieron nuestros antepasados, con lo que este sistema de alerta resulta muchas veces contraproducente para nuestro día a día.

Además, la ansiedad también nos ayuda a tener la tensión adecuada para que rindamos ante cualquier tarea exigente, como se demuestra con la curva de Yerkes-Dodson. Esta curva explica que la activación es necesaria para un buen rendimiento, pero este tiende a descender de manera significativa si dicha activación aumenta demasiado o es demasiado leve. Cada actividad tiene un punto de ansiedad optimo.

Una ansiedad demasiado elevada tiende a producir un pensamiento del tipo blanco vs. negro muy dicotómico que nos impide discernir con claridad todos los matices y grises de la realidad. Cuando el cerebro activa su modo de alerta, funciona con las respuestas de “ flight/fight/freeze/fawn “ (huir, luchar, quedarse paralizado, someterse) con lo que el bloqueo cognitivo es muy común cuando la ansiedad se descontrola. Pero un problema que nos encontramos con asiduidad en la práctica clínica es que no haría falta sufrir ansiedad extrema para que cualquier persona tenga un malestar constante por ella.

 

Autor:

El Psicólogo General Sanitario, David Cueto Marcos, se formó en la Universidad de Oviedo y cursó un Postgrado en Psicopatología Clínica por la Universidad de Barcelona. Colabora desde hace años en CEPTECO (León) y en el Despacho Dr. Guilera (Barcelona) en áreas de aprendizaje infantil, dislexia y trastornos clínicos de ansiedad en adolescentes. Además colabora con la UB como tutor de prácticas y mantiene una actividad educativa y divulgativa desde diferentes blogs, como autor de libros y asesorando a diferentes colegios del área de Barcelona.

Acerca del blog:

Este blog ha sido creado por el Dr. Jaume Guilera, médico que trabaja en el campo de los trastornos del aprendizaje, con la intención de hacer un esfuerzo de divulgación acerca de los trastornos cognitivos más frecuentes en niños y adolescentes.  Los trastornos del aprendizaje en niños y adolescentes los abordo desde una perspectiva cognitivo-conductual. Mi trabajo lo desarrollo en colaboración con otros profesionales, desde una perspectiva multidisciplinar (psicólogos, pedagogos y médicos). La filosofía de trabajo es abordar cada caso individualmente según sus necesidades. Principalmente trabajo con trastornos del aprendizaje (Disléxia, Discalculia, Comprensión Lectora) y trastornos del neurodesarrollo (TDAH, Autismo).

Además colabora con la UB como tutor de prácticas y mantiene una actividad educativa y divulgativa desde diferentes blogs, como autor de libros y asesorando a diferentes colegios del área de Barcelona.

Datos de contacto:

https://blog.mentelex.com/dr-jaume-guilera/

También te pueden interesar estos otros posts:

 

 

 

Bibliografía

 

Bandelow, B., & Michaelis, S. (2015). Epidemiology of anxiety disorders in the 21st century. Dialogues in clinical neuroscience17(3), 327.

 

Burgaleta, M., Johnson, W., Waber, D. P., Colom, R., & Karama, S. (2014). Cognitive ability changes and dynamics of cortical thickness development in healthy children and adolescents. Neuroimage84, 810-819.

 

Etkin, A., Klemenhagen, K. C., Dudman, J. T., Rogan, M. T., Hen, R., Kandel, E. R., & Hirsch, J. (2004). Individual differences in trait anxiety predict the response of the basolateral amygdala to unconsciously processed fearful faces. Neuron44(6), 1043-1055.

 

Laeger, I., Dobel, C., Dannlowski, U., Kugel, H., Grotegerd, D., Kissler, J., Keuper, K., Eden, E., Zwistserlood & Zwanzger, P. (2012). Amygdala responsiveness to emotional words is modulated by subclinical anxiety and depression. Behavioural Brain Research233(2), 508-516.

 

Korte, K. J., & Schmidt, N. B. (2020). Transdiagnostic preventative intervention for subclinical anxiety: Development and initial validation. Journal of psychiatric research126, 34-42.

 

Merikangas, K. R., He, J. P., Burstein, M., Swanson, S. A., Avenevoli, S., Cui, L., Benjet, C., Georgiades, K., & Swendsen, J. (2010). Lifetime prevalence of mental disorders in US adolescents: results from the National Comorbidity Survey Replication–Adolescent Supplement (NCS-A). Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry49(10), 980-989

 

Phelps, E. A., Delgado, M. R., Nearing, K. I., & LeDoux, J. E. (2004). Extinction learning in humans: role of the amygdala and vmPFC. Neuron43(6), 897-905.

 

Rauch, S. L., Dougherty, D. D., Cosgrove, G. R., Cassem, E. H., Alpert, N. M., Price, B. H., Nierenberg, A. A., Mayberg, H, S., Baer, L., Jenike, M. A., & Fischman, A. J. (2001). Cerebral metabolic correlates as potential predictors of response to anterior cingulotomy for obsessive compulsive disorder. Biological psychiatry50(9), 659-667.

 

Richert, K. A., Carrion, V. G., Karchemskiy, A., & Reiss, A. L. (2006). Regional differences of the prefrontal cortex in pediatric PTSD: an MRI study. Depression and anxiety23(1), 17-25.

 

Schmidt, N. B., Buckner, J. D., Pusser, A., Woolaway-Bickel, K., Preston, J. L., & Norr, A. (2012). Randomized controlled trial of false safety behavior elimination therapy: A unified cognitive behavioral treatment for anxiety psychopathology. Behavior therapy43(3), 518-532.

 

Taylor, B. K., Eastman, J. A., Frenzel, M. R., Embury, C. M., Wang, Y. P., Stephen, J. M., Calhoun, V. D., Badura-Brack, A. S., & Wilson, T. W. (2021). Subclinical anxiety and posttraumatic stress influence cortical thinning during adolescence. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry60(10), 1288-1299.

 

Telch, M. J., & Lancaster, C. L. (2012). Is there room for safety behaviors in exposure therapy for anxiety disorders?. In Exposure therapy (pp. 313-334). Springer, New York, NY.

 

Ursu, S., & Carter, C. S. (2009). An initial investigation of the orbitofrontal cortex hyperactivity in obsessive-compulsive disorder: exaggerated representations of anticipated aversive events?. Neuropsychologia47(10), 2145-2148.

Deja un comentario